~No será solo un juego~ /Capítulo 34 /

  Hasta que por fin parecí ver un rostro. Al principio solo distinguí una sonrisa arrebatadora, que parecía ser perfecta. Achiné un poco los ojos, para poder acostumbrarme antes a la oscuridad y poder distinguir mejor los demás rasgos de aquella persona. Un chico, eso si. Alto, vestido con ropa oscura, quizá en tonos negros, con un porte bastante aceptable. Me acerqué un poco a él, quizá con miedo o por pura curiosidad, pero él no pareció inmutarse. Sin duda alguna, estaba realmente atractivo así, parecía sacado de una revista de buenorros, hasta que por fin un nombre vino a mi mente. Byron. Ese color de ojos que aun no había conseguido descifrar, y esa cara tan angelical y perfecta. Sin duda era muy guapo y cualquier chica podría babear por él, pero mi cabeza andaba en otras personas que ya la volvían bastante loca. 

   Note como se acercó cuando dibujé una minúscula sonrisa al reconocerlo. No sabía si estar aterrada o pedirle alguna especie de ayuda. Su mano acarició mi cuello con delicadeza, mientras sus ojos se posaban en los míos y los llenaban de algo que no sabría ni explicar. Me sentía como absorta de todo lo que había en mi alrededor. De todo. No podía pensar, no podía si quiera moverme ... Sólo podía mirar sus ojos e intentar descifrar aquel color tan atractivo e inigualable. 

   - No sé que tendrás - susurró su voz cerca de mi. 

   Yo simplemente le miraba como si no pudiese actuar por mi misma, mientras él sonreía y miraba mis ojos. 

    - Se te ve tan frágil ... Ni si quiera sé, por qué haces mella en todo el mundo. - Su mano seguía acariciando el cuello, y yo casi estuve apunto de suplicarle que me hiciera suya. Sonará raro, pero me sentía tan atraída por él ... 

     - ¿ Me dejarías averiguar tu sabor Alison ? - Su cara estaba tan pegada a la mía, que notaba como su aliento chocaba contra la mía. 

     - Sí - un susurro salió de mi boca y la verdad es que no entendí como. 

    Sus labios acariciaron los míos hasta acabar devorándolos con un beso intenso y cargado de sensualidad. Mi boca pedía más y mi cuerpo se acercaba al suyo sin que yo pudiera controlarlo. Mis manos acabaron enredadas en su pelo y las suyas rodeando mi cintura. Mis labios pedían más y más y a él parecía gustarle. Me sentía bastante bien, realmente no me daba tiempo a pensar, mi cuerpo actuaba solo, como si mi cerebro no tuviera que darle ordenes. Sus manos ágiles, comenzaban a deshacerse de mi ropa, la chaqueta había caído al suelo, justo unos segundos antes que su camisa. Todo mi ser parecía pedirlo a gritos. Algo interrumpió lo que pareció ser un pequeño mordisco en mi cuello. 

   De repente me sentía sola, hasta que un quejido de dolor se escuchó a pocos pasos de allí, tras un fuerte golpe, como si algo chocase contra una pared. Entonces  sentí un escalofrío y vi mi chaqueta tirada en el suelo. Miré hacia el lugar del que parecían proceder los ruidos e intenté buscar la salida. Estaba aterrorizada, no sabía que estaba haciendo allí y mis piernas comenzaban a temblar por si solas. Encontré la puerta por la que había entrado a rastras, y salí al exterior. Era bastante tarde a decir verdad, y mi primer impulso fue ir a la casa de Matt. 

   Casi me había quedado dormida en aquella espaciosa cama. Había conseguido colarme en la casa de Matt. Él me había enseñado una manera para hacerlo años atrás. Aquel parecía ser el único lugar seguro para mi. Recibí varias llamadas y mensajes, que decidí no responder. Me aferraba con fuerza a la almohada, al olor que invadía aquel lugar. Estaba tan llena de recuerdos y de imágenes, que mis ojos empezaron a llorar por si solos. 

    

   Abrí los ojos poco a poco, y me encontré con aquellos que tanto me gustaban. Sus labios dibujaban una perfecta sonrisa, algo demacrada, pero igualmente perfecta. Notaba como sus dedos acariciaban mi pelo con delicadeza. Yo simplemente me limitaba a observarle, a mirar aquella sonrisa ... 

   - Princesa, no puedes dejar que nadie te lastime. - Mis ojos estaban posados en él, intentando encontrar respuesta a miles de preguntas. - Sé que no entiendes nada. Que todo esto esta siendo duro para ti. Pero a mi me quedan pocas fuerzas para seguir viendote así mi amor. 

    No sé muy bien a que se refería, pero su presencia era tan cálida y agradable. Mis dedos jugueteaban por su barbilla, acariciándola y haciéndole sonreír de algún modo. 

    - Tienes que luchar, no puedes dejar que manipulen tu mente. Pueden jugar con ella y hacerte ver cosas que no son ciertas. Debes ser fuerte pequeña. Has de serlo por mi, por nosotros. Eres demasiado importante como para matarte, te prefieren viva y harán lo que sea para mantener tu vida a salvo. 

    Mis ojos miraban los de él, intentando comprender algo que no tenía mucho sentido. Yo solo quería seguir allí, tumbada en su cama junto a él. Notar sus caricias y su presencia. Mirarle ... Sus labios atraparon los míos en un último esfuerzo y se marcharon dejando un dulce sabor, que solo él podía dejar. 

    

     Lo busqué con la mirada por toda la habitación, pero no estaba, no parecía haber estado allí. Pero su sabor aun permanecía en mi boca y mi piel aun estaba de gallina por sus caricias. Me giré hacia el otro lado de la cama y una triste sonrisa se hizo ver en mi rostro. Al levantarme, abrí su armario con la esperanza de encontrar algo, alguna pista por pequeña que fuera, pero solo encontré camisetas y más ropa de Matt. Cogí su camiseta favorita, al menos la que lo fue en un tiempo atrás y me la puse. No era igual que tenerle, pero me sentí mas protegida con ella. 

     Entré en casa, mi tío me miró de mala manera, pero pronto dejó ver su preocupación. Me dio un fuerte abrazo, que me envolvió. 

      - Peter necesito respirar. - Me quejé con un tono algo aniñado. 

      - Lo siento, lo siento. - Sus manos se posaron en mi cara y depositó un beso en mi cabeza. - No vuelvas a hacerme esto. 

      - Perdóname tío. - Sus brazos volvieron a rodearme tras aquella frase. 

      - Tengo que contártelo todo. - Aquellas palabras causaban un poco de miedo en mi interior a decir verdad.