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martes, 5 de noviembre de 2013

~No será solo un juego~ /Capítulo 28/

  Una señora mayor, que mi mente recordaba vagamente, tenía mi brazo cogido. Sus ojos me miraban, mientras sus labios intentaban dibujar una sonrisa a pesar de estar flácidos y algo caídos. Su rostro mostraba una confianza inmensa, al igual que su persona en sí. Y me llevó a lo que parecía ser una casa bastante antigua, era muy bonita. En el porche había una niñita de pelo castaño y ojos verdosos, pero la niña estaba escondida de los mayores que charlaban en este. Había un hombre vestido de negro, con una mujer muy pálida que cogía su mano, un señor muy guapo que parecía tener unos treinta y pocos, y una señora que apenas podía ver.
  - Deberíais andaros con ojo señor Flint, usted sabe que los de mi círculo social no se andan con chiquitas y que el acuerdo puede romperse con cualquier cosa - hablaba el hombre de negro con una gran sonrisa dibujada en sus labios, era lo único que podía ver de él.
  - No quiero que vuelva a entrar en mis tierras, ni usted, ni ninguno de los suyos. No quiero que haya ningún altercado, pero si ocurre algo, yo seré el primero en hacer cualquier cosa por proteger a mi familia. - El joven hablaba con seriedad, mientras la que parecía ser su mujer agarraba con fuerza su brazo.
  - Cuide de su esposa bien y procure enseñarle rápido a la pequeña Alyssa. - el hombre soltó una nostálgica carcajada y se marchó desapareciendo al poco tiempo.
  Alyssa ... La primera imagen que se me dibujó en la mente fue la sonrisa de aquella hermosa mujer, esa sonrisa que me hacía parar de llorar en cualquiera de los casos, esa sonrisa que hacía salir la mía sin tener que hacer mucho más ... la imagen de aquella mujer que tanto me dio y que tanto vacío dejó en mi cuando se marchó ... mi madre. Una lágrima se deslizó por mi mejilla, dejando un pequeño y húmedo caminito.
  Noté como la mujer que me había llevado hasta aquel lugar, tiraba levemente de mi brazo para que no dejase de prestarle atención a la escena. El joven se había colocado delante de su esposa, mientras esta mantenía sus labios en una línea fina, inexpresiva. La pequeña aun seguía escondida, se la veía curiosa. Ambos se miraban, sin decir nada, hasta que se rompió el silencio.
  - Tenemos que hacerlo - el hombre tenía un gesto de preocupación y angustia al mismo tiempo - aun es pequeña, pero debe aprender, mientras antes mejor.
  - Solo es una niña Derek - su voz sonó temblorosa - nosotros podemos protegerla.
  - ¿ Y cuándo no podamos hacerlo ? - el volvió a coger un semblante firme - Aya por favor, mientras más conozca de sí misma, más podrá protegerse y sobrevivir.
  - Hablas como si fuésemos a morir ...
  - Algún día lo haremos ... y ella debe de estar preparada para seguir su camino Aya.
  La mujer abrazó con fuerza a su marido, sus ojos se llenaban de lágrimas, que empezaban a emanar de estos sin ningún pudor. Él simplemente la abrazaba con fuerza, dándole su protección y su calor en aquella oscura y fría noche.
  - Como toda maga debe de saber que tiene un don, y es mejor desarrollarlo ahora que más tarde - susurró a su esposa.
  - No sabemos lo fuerte que es - se separó un poco para poder ver el rostro de su marido - y si ella no lo es ...
  - Por sus venas corre nuestra sangre Aya, debe de serlo - limpió con ambos pulgares las lágrimas de su esposa.
  Vi la cara de aquella niña, asustada y confundida, a punto de echar a correr en cualquier momento. Su cara me era tan familiar ... Y al ver sus ojos lo supe ... supe que aquella niña no era otra que mi madre. Mis ojos empezaron a soltar pequeñas gotitas de agua, quería ser fuerte o al menos aparentarlo, pero a quien iba a engañar ... me hubiera acercado a ella si aquella mujer no me lo hubiese impedido. Al mirar de nuevo a la que parecía ser su madre, me di cuenta de que aquella mujer era la misma que ahora me mostraba todo aquello, solo que unos cuantos años más joven. Me encontraba totalmente confundida, no podía dejar de llorar, mis lágrimas no paraban de salir y cada vez me hacía más débil. Aya me abrazó con fuerza, la Aya mayor, mi abuela. Me aferré a ella con todas mis fuerzas, nunca había tenido la oportunidad de conocerla.
   - Alyssa creció y se hizo una excelente maga ... pero cuando se casó y todo se calmó por aquí, quiso alejar a sus hijos de este pueblo. Pero que se calmara la situación no quiere decir que lo malo se fuera de este lugar ... - mi abuela me miraba con preocupación, intentaba explicarme cosas que yo desconocía hasta ahora, y eso era realmente difícil de asimilar.
   - Me estas diciendo con esto que yo ... - tragué saliva e intenté no flaquear al hablar - ¿ soy maga ?
   Me miró haciendo una leve negación con la cabeza y su cara se inundó de tristeza. - Tu madre se casó con uno de ellos, y los superiores vieron eso como una ofensa. No le arrebataron sus dones de maga, pero maldigeron a la criatura que ella esperaba. Ella se vio obligada a proteger a aquella niña de cabellos dorados y piel de porcelana. - Noté como se me hizo un nudo en la garganta y bajé la mirada. - No pequeña - susurró alzando mi rostro empujando levemente mi barbilla - no es tu culpa que pasara. Ella se enamoró, y en el amor hay que ser muy fuerte para tomar las decisiones correctas.
  - ¿ Cuál fue la suya ? - mis ojos buscaban respuesta en los de mi abuela, pero era difícil asimilar todo aquello tan de repente.


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