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jueves, 15 de noviembre de 2012

~No será solo un juego~ /Capítulo 17/

 - Alison - una voz se escuchó detrás de mi, un escalofrío recorrió mi espalda - por fin te encuentro ...
 - ¿ Qué quieres ?
 - Hablar ...
 - ¿ Ahora quieres hablar ? ... - solté una carcajada sarcástica, sin mirarme en ningún momento - ¿ Qué sera ahora Ethan ? ¿ Vas a pegarme también a mi ?
 - Alison para ...
 - ¿ Qué ? - giré la cabeza mirando sus ojos - ¿ A caso hice algo ?
 - No voy a pegarte, no digas tonterías. - La sonrisa que siempre había dibujada en sus labios no daba señales de vida - Quiero que me escuches ... - Su mirada estaba perdida y su rostro mostraba un gesto amargo.
 - ¿ Y si no quiero hacerlo ? - Un escalofrío me recorrió, pero me mantuve firme, mirando sus ojos con una expresión amenazante.
 - Alison ... lo siento. - Sus ojos parecieron llenarse de lágrimas. Bajó la mirada.
 - ¿ Qué es lo que sientes realmente ? - Le miré confundida, no entendía muy bien que quería sacar de todo esto.
 - Alison yo ... - pareció buscar las palabras correctas - sabes que te quiero ... - parecía arrastrar las palabras - siento que hayas tenido que ver esa escena. - Durante un rato se hizo un silencio sepulcral - Alison hablame, dime algo ... lo que sea.
 - Vete ... - susurré casi para mi.
 - ¿ Qué ? - Parecía no ser la respuesta que esperaba. - ¿ Quieres que lo haga realmente ?
 - Tal vez  ... - ¿ Tal vez ? Esa respuesta no fue muy convincente, por lo que él se quedó algo confuso.
 - Tú dirás ... - estaba nervioso y eso era muy extraño, él nunca se ponía nervioso.
 - No lo sé.
 - ¿ Qué es lo que no sabes Alison ?
 - No sé si quiero que estés aquí, no sé si debo creer en lo que me dices, no sé si quiero escucharte ... - miré de nuevo al horizonte.
 - Entiendo ... - se dio la vuelta - creo que debería irme entonces.
 - ¿ Quieres hacerlo ? - me quedé en silencio durante unos segundos. - ¿ Quieres irte sin más ? Porque si crees que debes explicarme algo hazlo, pero no te prometo que me lo vaya a creer.
 Se mantuvo de espaldas a mi, al igual que yo. Se giró y se sentó a mi lado, sin mirarme, sus ojos miraban al horizonte al igual que los míos. Suspiré.
 - Quiero que sepas que lo del otro día fue ... - pareció buscar las palabras, y no conseguía dar con ellas.
 - ¿ Fue ? - mantuve mi compostura.
 - No sé que fue realmente. - Bajó la mirada - Me viste como un matón o algo por el estilo y no quiero que pienses que soy así ...
 - ¿ Y qué pretendes que piense después de aquello ?
 - Pretendo que comprendas que si hice eso fue por algo ... - miró de nuevo al frente - ese chico cometió un error.
 - Byron cometió un error ... - asentí lentamente riéndome mas bien por los nervios - pues espero no cometer ninguno.
 - No digas estupideces Alison - Se puso muy serio al escucharme y giró rápidamente la cabeza hacia mi. - Yo a ti no te haría nada, nunca.
 - ¿ Nunca ? - le miré, mis ojos se encontraron con los suyos.
 - Nunca, no sería capaz - susurró.
 - No digas eso - miré sus ojos desafiante.
 - Es lo que pienso, es más, te lo aseguro.
 - ¿ Por qué debería creerte Ethan ?
 - Porque ... - se puso algo nervioso y antes de responder de humedeció los labios. -Porque te amo Alison.
 Me ruboricé al escucharlo. Por una extraña razón mi corazón se aceleró y aunque quise reaccionar, no sabía como. Él se acercó, mi respiración comenzó a hacerse mas densa. Su nariz rozó la mía y antes de que pudiera decir nada, él me besó despacio. Cerré los ojos por un instante, mi imaginación se disparó y lo primero que hizo fue jugar conmigo. Era Matt el que me besaba no Ethan, me aferré a esa realidad por lo que seguí aquel beso que parecía ser algo prohibido. Pero en cuanto sus manos tocaron mis mejillas, me desperté de aquel sueño, no eran las cálidas manos de Matt, ni si quiera olía a él, aquel no era el sabor de sus labios. Me retiré de sus labios, mis ojos seguían cerrados y bajé la cabeza para hacerme más pequeña tal vez. Él  quiso decir algo, pero no le di la oportunidad, me levanté y salí corriendo con la cámara colgada al cuello.
 Mis sentimientos se empeñaban en hacerme daño. Las lágrimas ardían en mis ojos. No llegué a casa, no quería estar allí, ni si quiera sabía donde quería estar. Seguí corriendo, no quería detenerme, no podía hacerlo. No tenía un rumbo fijo, así que no me molesté en escoger un camino concreto. Apenas conocía el pueblo, llevaba muchos años sin estar por allí y había cambiado mucho. Debí de meterme en el casco antiguo, porque las calles comenzaban a ser viejas y desaliñadas.


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