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jueves, 2 de octubre de 2014

~No será solo un juego~ / Capítulo 40 /

  Mis ojos se apoyaron en los suyos, me transmitían tranquilidad y seguridad en mi misma. Se notaba que Self había aprendido tras una gran caída, pero mi decisión me parecía bastante más difícil. Se levantó y tras besar mi cabeza volvió dentro. Miré por un instante más el cielo y una estrella fugaz lo recorrió con todo su esplendor hasta desaparecer. Tras abrir los ojos, me levanté y me dirigí a mi habitación.

 - Buenos días Petter - sonreí y miré a Self que aun seguía allí. - Buenos días Self.
 - Buenos días pequeño ángel - respondió la pelirroja con sus hoyuelos adornándole las mejillas.
 -Pareces feliz Ali, y es algo que me encanta.
 - Volveré a la hora de la comida, tengo algo que arreglar - cogí una manzana roja del frutero y sonreí a ambos antes de marcharme de allí.

  Había caminado bastante para poder llegar a aquel lugar, el bosque parecía haberse vuelto oscuro y distinto. Se divisaba una pequeña cabaña de madera entre la maleza, justo lo que buscaba. Un graznido me hizo temblar. Estaba harta de escuchar aquel sonido, de ver a aquel odioso animal. Decidí ignorarlo e intentar acercarme a la cabaña. Se escuchaban voces en el interior.

  - Dije que me encargaría de la chica.
  - Y yo te dije que estabas fuera de lugar. - La voz se escuchó clara y firme.
  - Sabes que no puedes excluirme de esto. - Esta segunda voz era más bien juvenil, podría decir que incluso me era familiar.
  - ¿ Te das cuenta de que has matado a dos de los nuestros ? ¿ Ves la gravedad del asunto o estas tan ciego que habría que darte una lección ?
  - ¿ Darme una lección ? Queríais a la chica viva y ellos la tenían maniatada y medio moribunda.
  - Chicos. - Se escucharon unos gritos de dolor, algunos golpes y una risita. - ¿ Prefieres hacerlo a mi manera o a la tuya ?
  - Si la tocáis ...
  - Ethan, Ethan ... Cuando aprenderás - de nuevo esa risa malvada.
  Unos fuertes brazos fríos me agarraron antes de poder darme cuenta de nada, un grito ahogado por una de sus manos intentó escapar.
  - Veo que la chica vuelve solita al lugar de donde su querido amante oscuro la salvó. - Una de sus manos me señaló, y acto seguido Ethan dirigió la mirada hacia mi.
  - Alison que ... - su mirada llena de furia se dirigió a aquel señor que sonreía descaradamente. - Como le toques un pelo - Un fuerte golpe en el estómago lo hizo callar y soltar un fuerte gemido de dolor.
  Miré tal barbarie con algo de miedo, pero cambié el gesto para poder mirar la cara de aquel señor mayor. Una cicatriz recorría uno de sus ojos, no quería ser tan descarada, pero este se dio cuenta. Uno de sus chicos me hizo acabar de rodillas en el suelo y agachar la mirada. Esa cara me era conocida, no conseguía recordar muy bien donde la había visto, pero estaba segura de haberla visto antes. Tiraron de mi pelo hacía atrás, dejando mi cuello al descubierto.
  - Sería un honor probar tal delicia, ¿ no crees ?
  - Ni se te ocurra hacerlo - La voz de Ethan a pesar de sonar dolorida, sonaba firme.
  - ¿ O qué ? ¿ Vas a matarme quizá ? - de nuevo aquella odiosa risa malévola. Se acercó hasta mi posición y recorrió mi cuello con uno de sus dedos. - Por suerte para ti, esto tiene que entrar en un ritual cielo. - El dedo pasó a mi mejilla, de tal modo que hizo una vaga caricia por esta.

  Había cambiado, el cielo parecía oscuro, pero con un oscuro medio rojizo. Estaba tumbada en una amplia cama, cubierta de sábanas y cojines blancos. Había un dulce olor a jazmín, con un pequeño y ligero toque de vainilla. Era un olor un tanto raro, pero apetitoso para cualquier olfato. Me sentía como en una nube, todo era blando y esponjoso. Lo que pareció un camarero, interrumpió en la habitación, completamente vestido de negro.
  - Buenos días señorita. - Mostró lo que pareció una sonrisa. Estaba allí de pie como si nada, esperando algo de mi.
  - Buenos días. ¿ Dónde me encuentro ? - Justo cuando el joven abría la boca, una nueva persona interrumpió entrando con pasos decididos y con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
  - Buenos días ángel caído. - Hizo un gesto que echó al sirviente y se acercó de manera desvergonzada a la cama. Con unas leves palmadas aparecieron varias chicas, también algo uniformadas.
  Entre las manos de cada una de las chicas, había una cosa distinta. Una traía unas rosas de color negro, otra chica sostenía lo que parecía algún traje o prenda guardado perfectamente en una funda, y muchas mas cosas.
  - Bienvenida a tu nuevo reino querida - la mujer me miró con una amplia sonrisa.

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